En los años 40 se puede afirmar que Garrido era un hombre de vanguardia, atento a todas aquellas expresiones modernas de la música contemporánea. En 1925 organizó un concierto de música “futurista”, estrenó obras y editó una revista.
Con estos antecedentes podemos abordar entonces al Garrido jazzista, un hombre que durante 20 años realizó una labor única en el campo de la difusión y práctica del jazz en Chile. Su Royal Orchestra que estrenara en 1924 fue producto del ambiente que se vivía en Valparaíso, con salones de baile y el contacto con los marinos norteamericanos que traían las últimas novedades en cuanto a jazz bailado e instrumentos de calidad. Su orquesta se presentó en el Salón Victor y en la confitería Colón de Valparaíso, contando con 3 violines, 3 saxos, 2 trompetas, clarinete, trombón, tuba, banjo, batería y piano; sin duda su referente era el de la famosa orquesta de Paul Whiteman.
Entre 1926 y 1932 Garrido se embarcó en un largo viaje que incluyó el norte de Chile, Sudamérica, Centroamérica y Europa, en el cual tuvo la oportunidad de escuchar la orquesta de Duke Ellington. Con más energía aún, retornó a Chile y se dedicó a crear y dirigir conjuntos de jazz en los cuales él tocaba violín y realizaba los arreglos musicales. Entre 1934 y 1937 tuvo a su cargo la dirección de la orquesta de jazz del Casino de Viña del Mar, ahora con 4 saxos, 2 trompetas, trombón, tuba, contrabajo, guitarra, piano y 2 percusionistas.
Otra faceta importante de Garrido lo constituyó su trabajo como difusor del jazz local a través de inumerables artículos de prensa, en su mayoría entrevistas a músicos nacionales vinculados al jazz. Las “Crónicas de Pablo Garrido” aparecieron todos los jueves en el diario Las Últimas Noticias a partir de 1938, mientras que su “Recuento integral del jazz en Chile” (publicado algo antes en una revista), nos ayuda también a reconstruir esta historia.
Finalmente, como músico académico, Garrido fue el primer compositor docto chileno que se inspiró en las sonoridades del jazz. Su pieza Jazz window (1930) para piano y saxo alto es además la primera obra docta que emplea el saxo alto, mientras que Black fire fue dedicada a su discípulo Carlos Salas, considerado por Garrido como el único violinista del período que dominaba el fraseo jazzístico. Como director, Pablo Garrido organizó y dirigió conciertos de “jazz sinfónico” y de negro spirituals, estrenando el clásico Rapsodia en blue en 1935.
Sin embargo, en forma tan abrupta como misteriosa, Garrido abandonó la actividad jazzística a principios de los años 40, declarando que el jazz no se podía identificar con el espíritu latino y que en Chile dominaban los mistificadores de esta música. A partir de entonces se dedicó a componer música docta, a dictar conferencias y a investigar el folclor chileno. En este último aspecto se destacó la filmación de un documental de la fiesta de La Tirana en 1944, y la publicación de su libro Historial de la cueca, donde explica el origen africano de nuestro baile nacional. De ahí deriva el aprecio que tienen por Garrido los folcloristas chilenos, del mismo modo que los amantes del jazz lo reconocemos como nuestro patrono.